Hoy quiero compartir con vosotros una reflexión en la que llevo tiempo pensando, relacionada con los librojuegos sin ilustraciones. El motivo son las críticas que recibo en algunos comentarios de Amazon, que me recriminan el hecho de que mis librojuegos no tienen ilustraciones, algo que consideran imprescindible.
Sobre este asunto debo decir varias cosas. En primer lugar, supongo que todos comprenderéis que nadie más que yo desea que mis librojuegos incluyan numerosas ilustraciones, tapa dura, edición de lujo, etc. Pero por desgracia la totalidad de las editoriales (con distribución nacional) con las que contacté para publicar mis librojuegos decidieron no apostar por el proyecto. Por tanto, me vi obligado a publicarlos directamente en Amazon. Era eso o guardarlos en un cajón y claramente aposté por la publicación, que no incluye ilustraciones interiores por el simple hecho de que no cuento con los recursos económicos necesarios para ello.
A partir de aquí se plantean otras cuestiones. La primera de ellas es la aparente obligatoriedad de incluir ilustraciones en los librojuegos. Según mi opinión, en sus comienzos el género contaba siempre con un gran número de imágenes por estar dirigido a un público eminentemente infantil, cosa que no ocurre con mis librojuegos, escritos especialmente para el público adulto. Bajo esta premisa, el 99% de los libros que hay en el mercado, dirigidos al público adulto, no cuenta con ninguna ilustración más allá de la portada, por lo que según mi opinión, esa obligatoriedad heredada no está justificada.
Pero de todos modos nada de esto es importante. Lo realmente determinante es lo que voy a explicar a continuación. La realidad es ésta, siempre según mi opinión y mi experiencia personal. Uno de los motivos más importantes por los que las grandes editoriales de España no apuestan por publicar librojuegos es precisamente el tema de las ilustraciones. El motivo es bien sencillo. Los gastos de publicación se multiplican considerablemente y por tanto el riesgo es mayor. Claramente, ante mayores costes, resulta más complicado recuperar lo invertido y conseguir beneficios. Esta información la tengo de primera mano de las respuestas recibidas por parte de editores de los más grandes grupos editoriales, que todos tendréis ahora en mente.
Ahora me gustaría que hicierais un ejercicio, que os pongáis en la piel de esos editores. Como en toda empresa, sois un empleado trabajando para una gran compañía. En vuestra mano tenéis la opción de publicar a cualquier escritor (autor de novela sin ilustraciones interiores), de los más famosos, best seller internacionales de los que tenéis referencias y de los que se pueden predecir las posibles ventas y beneficios. En este ambiente se os plantea la posibilidad de publicar librojuegos, y para ello sois conscientes de que debéis invertir una gran suma de dinero en las numerosas ilustraciones interiores (cantidad que hay que añadir a los otros gastos imprescindibles, como los de imprenta, diseño y maquetación, traducción si la hay…). Además, el de los librojuegos es un género del que no tienes referencias y cuyo público objetivo parece mínimo, tan sólo un puñado de nostálgicos de los años 80 y 90. Ante eso, queda claro que el riesgo de fracasar con la publicación es muy alto.
Ahora la pregunta es clara. Si vosotros fuerais el editor, ¿os la jugaríais apostando por un proyecto que de antemano es muy arriesgado y que parece condenado al fracaso? ¿Pondrías en juego tu credibilidad profesional como editor (y tu puesto de trabajo) lanzándote a esta piscina sin agua? La respuesta parece evidente: No.
Es por esto que he decidido escribir esta reflexión. No se trata de una pataleta por las críticas que reciben mis librojuegos por no tener ilustraciones. Eso lo tengo muy asumido y era consciente de que se iban a producir antes de publicarlos. El motivo por el que estoy escribiendo estas líneas es para hacer conscientes a todos aquellos que defienden a ultranza el hecho de que los librojuegos ‘deben’ incluir ilustraciones de que con esa actitud y con sus comentarios negativos le están haciendo un flaco favor al género de los librojuegos.
Como he dicho al comienzo, nadie más que yo desea que mis librojuegos estén llenos de ilustraciones, pero soy muy consciente de esa realidad económica a la que las editoriales, como empresas que son, deben hacer frente.
Tal y como he señalado, todo esto no es más que mi opinión, aunque está bien fundamentada en las respuestas recibidas por parte de editores de los grandes grupos editoriales de este país. Si estas líneas sirven para ayudar un poco más al género, puedo darme por satisfecho.